Quizá
lo que buscamos es el género. La manifestación de una sexualidad que no podemos
conocer y que nos sorprende, con sus ángulos imprevistos y sus irrepetibles
retratos. El cuerpo que reacciona y exige un albedrío, una nueva identidad que
nos convoca a una forma más simple. La razón diluida en sustancias corporales
que nos desplazan la conducta. La anatomía que se instala en un borde
curvilíneo, conjugando un lenguaje inaudible que establece nuestras diferencias.
Vocablos de una atracción impersonal; palabras incapaces de una estética. A lo
mejor buscamos eso.