15 de mayo de 2013

Elegía para Hugo Chávez

Oh patria mía, patria querida, voy a la guerra a luchar por ti.

La resonancia del verso en mi cabeza

con cosas dentro de mí que desconozco.
La canción
encerrada en el limbo
que la memoria guarda a quienes mueren
en el centro de una historia incompleta.

Vieja canción de los soldados tanquistas de Venezuela, que aprendí de casi niño todavía y aquí la llevo en el alma.


El hombre reducido a lo primero

a una pelea
a que la vida se aferra
sorprendida en el avance
de un fiero cáncer insistente.

Al rumor de clarines guerreros, ocurre el blindado, ocurre veloz.


El Presidente en despedida

que canta y levanta sus manos
y en un gesto
devela a la nación su soledad
desarticulado el poder
en las venas que la muerte conquista.

Con celosos dragones de acero que guardan la patria que el cielo nos dio.


Y sus palabras me alcanzan.

Tanto celo
por el principio que se obstinó en desplazar
con esa idea vertical
que resuena
- como resuenan los versos que canta -
en la salvaje galería
en la que el pasado respira todavía
coronel fatídico
insignia del mismo estandarte
costuras finalmente arrebatadas;
tanto celo
y he aquí que sus palabras me alcanzan
que el timbre de esa patria
me sacude el corazón
como si la memoria
perdiera la reacción
a la palabra reforma
en este duelo anticipado
de un liderazgo camino del sepelio.

Patria, patria, patria querida, tuyo es mi cielo, tuyo es mi sol. Patria, tuya es mi vida, tuya es mi alma, tuyo es mi amor.


Desprendiéndose así

estirada su mano 
como si a la patria se aferrara
se despide esta telúrica presencia
separándonos
dejándonos el uno frente al otro
en una mutua mirada incomprendida
que reconoce al que tiene frente a sí
como a otro
al que no entiende.