15 de febrero de 2009

El gesto cotidiano del Chavismo

- Cilia Flores: "Vamos a acatar el resultado del CNE" (domingo 15.02.2009) -

Mi nombre es Yuruan García Rangel y soy venezolano.

Esta afirmación en sí misma debería acreditar la reflexión que seguirá debajo acerca de las palabras de la diputada Cilia Flores con motivo del referéndum sobre la Enmienda Constitucional previsto para este domingo 15 de Febrero de 2009. Digo que "debería" y no directamente que "acredita" porque la diputada Flores me hace dudar la vigencia de las instituciones políticas a las que estamos acostumbrados los venezolanos. Instituciones tan sencillas como el debate y la crítica; y tan complejas como el Poder Electoral y el Poder Legislativo de un sistema republicano.

Cuando la presidenta de la Asamblea Nacional de un país, es decir, la representante de un Poder Legislativo, establece que "vamos a acatar el resultado del árbitro electoral" deja abierto el compás de una duda inaceptable: ¿es que existe la posibilidad de que no se acepte el resultado? La diputada Flores parece haberse olvidado, por un momento, de que es la presidenta de nuestra Asamblea Nacional. Parece haberse olvidado de que es siquiera diputada. No es una función de la Asamblea decidir si se acata o no el resultado del CNE. Es función de la Asamblea acatar el resultado del CNE y punto. Es función de cualquier poder público acatar el resultado del CNE y punto. ¿Por quién nos toma la diputada Flores? ¿Por imbéciles?

La diputada Flores se olvida, en su declaración, de la esencia misma del cargo que detenta. Un diputado discute y escribe la ley, promoviendo el debate de cuyo seno debe emanar la norma que rige todos los aspectos de la vida del colectivo. Un diputado debate. Y cuando un diputado declara, como tal, que se acatará este o aquel resultado, lo hace como producto de una discusión inherente a su función de parlamentario: lo declara después de haberlo debatido. ¿Es que la diputada Flores debatió el acatar o no el resultado del CNE? ¿Es que tal cosa puede debatirse? De nuevo el ejercicio de una función que no le corresponde.

El Chavismo desafía cada día las bases de la democracia. Unas bases que creíamos estaban seguras, que nadie discutiría por ser el cimiento mismo del sistema. Cuando se hacen declaraciones como ésta de la diputada Flores y se pasan de largo, como un comentario propio a la contienda electoral del día, debe entenderse que no quedan bases democráticas a salvo. Que la mera función de uno de los cinco poderes públicos está sujeta a un debate que en sí mismo es ilegal pero que se asimila, entre tantas barbaridades políticas, como una declaración de prensa de rutina. Un debate que, por lo demás, insulta: si el diputado del sistema democrático discute el acatar un resultado electoral, hay algo en el adjetivo "democrático" que no corresponde. Eso precisamente es no ser democrático. Aquéllos que mantienen un conjunto de principios políticos que incluyen a las minorías y reconocen a las mayorías, que insisten, a pesar de su propio gobierno, en llamarse demócratas, caen en una contradicción. Serán algo incompatible.

Mi propia condición de demócrata no tolera semejante concepción. No tolera las declaraciones de la diputada Flores: diputada, no me insulte. Usted, como miembro de la Asamblea Nacional, como presidenta de la misma, más que un deber tiene la obligación moral de respetar la ley. No sólo en no incumplirla sino en no irrespetarla. Preste atención al verbo. Usted la discute, usted forma parte del proceso que la crea. Si usted no la respeta, ¿qué espera de los venezolanos que han quedado excluidos del sistema educativo y cuya formación no alcanza una buena comprensión de los códigos de nuestro sistema? ¿Espera usted que ellos sí la respeten? Lo encuentro difícil si ponen algo de atención a usted y a lo que dice.

La democracia de la diputada Flores no es la democracia que conozco. Y si el público cede y abandona su propio lenguaje (el único lenguaje que tenemos, con palabras en castellano de significado preciso) a declaraciones como ésta en cuestión, yo no formaré parte. Y protestaré la palabra chavista hasta en la declaración más rutinaria. No pienso ceder un paso a la destrucción del lenguaje y al desastre de conceptos que le sigue y al que el Chavismo, a fuerza de contradicciones cotidianas, pretende acostumbrarnos.